Creo que fue
cuando cumplí 10 años el día en que mis padres me regalaron el tomo 2 y 3 de
“Dragon Ball Z”. Recuerdo que no encontraron el primer tomo, así que, con la
ayuda de mis padres, fui adquiriendo la colección de esta obra poco a poco. Y
no lo hice por nada, porque me fascinó su trama, sus personajes y, sobre todo,
las aventuras que vive Goku. Una de las series japonesas más conocida y
comentada de todos los tiempos, la serie que acercó más la cultura manga –
anime a occidente y la serie de la infancia de muchos otros. Sí, damas y
caballeros, vamos a hablar del que es considerado el mayor shonen de la
historia.
Todos
conocemos “Dragon Ball”, pero, para aquellas personas que hayan estado toda su
vida viviendo debajo de un puente alimentándose a base de Cheetos, vamos a
ponernos un poco en situación. La historia se centra en un niño llamado Goku,
el cual vive solo en una cabaña en medio de la nada, alejado de la
civilización. Todo cambia cuando, un día, conoce a una chica llamada Bulma, que
anda en una aventura para encontrar las 7 bolas de dragón, unas misteriosas
esferas que, una vez reunidas todas, son capaces de conceder cualquier deseo.
Ella, sorprendida de la fuerza de Goku, lo convence para que la acompañe en su
odisea para buscar dichas bolas. Y, así, comienza su viaje. En cuanto a la
estructura de la obra, no hay nada que destacar: simplemente nos presenta a
unos protagonistas con unas motivaciones claras y que no se detendrán ante nada
hasta haber logrado su objetivo. Sin embargo, la serie no se detiene ahí. De
primeras, tenemos a Bulma y Goku, que bien podrían ser antagonistas sin
realmente serlo. Se puede apreciar fácilmente en las acciones de Bulma, así
como su vergüenza con ciertas cosas, su determinación y su comportamiento adulto
en general (aunque a veces muestre otra faceta más inmadura). Y por otro lado
tenemos a Goku, que básicamente es un niño que ha estado aislado toda su
existencia. Representa la ignorancia y la inocencia, ya que no sabe que,
mientras él estaba haciendo su vida en la montaña, el mundo no ha parado de
moverse. Son dos caracteres muy diferenciados que consiguen complementarse de
forma genuina, creando un buen dúo que será el iniciador de la aventura. El
primer tercio de toda la historia se podría decir que gira entorno a eso, el
viaje, el descubrimiento y el crecimiento de Goku como persona. Y, bueno,
supongo que también habrá que destacar toda aquella gente que va conociendo en
el camino, y me gustaría pararme aquí por un momento. Muchos personajes se nos
introducen de forma algo… maligna, por así decirlo. La cosa es que hay gente
como Yamcha, Krilin, Ten Shin Han, Chaos o Piccolo que, de primeras, actúan de
forma orgullosa, arrogante e incluso cruel en algunos casos. Sin embargo, al
final Goku siempre los acaba rescatando de ese camino de maldad y hemos acabado
dando por sentado que todo esto es… normal, ¿verdad? Pero… ¿cómo lo hace? Es
decir, hay diálogos que se pueden extraer de dichos personajes en los que se
les ve debatiéndose consigo mismos sobre la clase de personas que quieren ser,
pero ese no es el punto. Porque podrán intentar cambiar por su propia cuenta,
pero el puente que los acaba llevando por el buen camino es Goku. Y esto no lo
hace recurriendo a esos diálogos filosóficos que aparecen en muchos shonen,
sino que son sus acciones las que hablan por sí solas. Su corazón puro, el cómo
se preocupa por los demás y el cómo, en su interior, siempre hay lugar para el
perdón. Es un guerrero del espacio, pero lo que le hace una buena persona es su
forma de influir a los demás. No disfruta matando, porque lo único que quiere
es llegar a ser alguien grande, llevar una vida digna sin por ello pisotear la
vida de nadie. Y, aun así… ¿por qué siento que todos esos personajes están
estancados? Quiero decir, Goku tiene una evolución muy buena como guerrero y
como persona, ¿y qué hay de los demás? Imagino que lo más obvio sería decir que
cuando parece que todos los personajes secundarios creen haberse puesto a la
altura de Goku con su arduo entrenamiento, él ya se encuentra dos peldaños más
por encima de ellos. Podríamos quedarnos allí y dejar de comernos la cabeza con
este tema, pero creo que es algo necesario a comentar. Esta no es una historia
sobre TODOS, sino sobre ÉL. Dejad que me explique antes de lanzarme piedras. Ya
sé que no siempre le estamos siguiendo la pista a Goku, y el arco de Freezer es
un buen ejemplo. Tenemos a Krilin y Son Gohan, que son dos luchadores muy
fuertes, pero insuficientes para afrontar el conflicto de Namek ellos solos.
Pero, en el momento más oportuno, aparece Goku interpretando el papel de
salvador. Porque da igual el apuro en el que estén esos personajes secundarios,
ya que siempre vendrá papá a arreglar la situación. La mayoría de situaciones
en las que los personajes secundarios trabajan juntos es para sobrevivir
mientras Goku está ausente por alguna razón. No veo una evolución en ellos y al
final resulta que la diferencia de poder entre todos ellos y Goku acaba siendo
abismal. Incluso Vegeta, que en su primer encuentro es más poderoso que él,
acaba quedándose atrás. Dichos personajes pasan de ser alguien relevante en la
historia para convertirse en… una carga, gente que apenas tiene impacto en
según qué situaciones porque el enemigo es demasiado poderoso. Y supongo que la
excusa de muchos será decir que es algo normal, porque Goku es nuestro
protagonista y por supuesto que debe ser más poderoso y el personaje más
importante, pero no acabo de estar del todo de acuerdo… Ahora, si no os
importa, miremos un momento a “Fullmetal Alchemist: Brotherhood”. Lo que me
gusta de ese anime, es que nos presenta a unos personajes que ignoran el
estancamiento. No hay nadie que esté completamente indefenso, y cada uno tiene
sus propias habilidades a las cuales dan un uso concreto según la situación en
la que se encuentren. Y esto no solo se reduce a Ed, sino a todos los que le
rodean. Hasta hay personajes que parecen ser de relleno, pero, más adelante,
acaban teniendo su propio peso en el guion y el transcurso de la trama. Es un
anime que sabe cuidar bien a sus personajes y no deja a prácticamente nadie
excluido. A parte, no siempre es Ed el que actúa como mesías, porque él no es
invencible y tiene sus propias debilidades. En cambio, “Dragon Ball Z” nos
presenta unos personajes secundarios que sí, tienen una personalidad bien
definida y con unas motivaciones claras, pero no noto una gran evolución en
ellos. Porque, llegados a cierto punto, acaban siendo espectadores de todos los
combates. No pido que sean igual de fuertes que Goku, pero como mínimo me
gustaría que no se les tratara como sacos de boxeo y que por lo menos pudieran
plantar cara a un Célula Jr. Tenemos, como claro ejemplo, el combate entre Goku
y Freezer. Allí, Freezer mata a Krilin delante de los ojos de Goku, y eso le
genera una ira tan grande que acaba convirtiéndose en super saiyan. Y eso en
parte está bien, porque nuestro protagonista sigue evolucionando como guerrero
y se vuelve más poderoso, pero, el problema, es que se empequeñece la figura de
Krilin. Al fin y al cabo, están sacrificando a un personaje secundario para
fortalecer al personaje principal. Además, ni siquiera muere de una forma
heroica, sino que más bien parece que se lleve a cabo para que Goku pueda salir
victorioso. Es un momento trágico, no lo negaré, pero entonces se está
reforzando la idea de que Goku es el epicentro de absolutamente todo. Y en el
arco de célula ocurre lo mismo, pero con Gohan salvando la situación al final.
Por eso, los primeros arcos, esos en los que ni siquiera hemos conocido a
Vegeta y Nappa, están tan bien llevados, porque la escala de poder es bastante
similar en todos los personajes que son relevantes en ese momento. Pero
después, en el arco de Bu, ya solo nos quedan los 3 guerreros del espacio, y a
los demás que les den. Y Goten y Trunks no son mejores. Sí que es verdad que
cobran cierta importancia en la batalla contra Bu, pero también hay que
destacar que, primero, son hijos de Goku y Vegeta y, segundo, que al rato
acaban siendo absorbidos igualmente. Lo más triste de todo, es que solo
recuerdo una buena colaboración en el arco de Raditz, ya que ahí sí se puede
observar a Goku y Piccolo dándolo todo para ganar. Ambos están a un nivel muy
parecido y se alían para vencer a un mal mayor. Pero, quitando ese arco, ¿Qué
otro momento hay que ocurra algo así? Hay un momento en el arco de Célula en el
que tanto él como Gohan lanzan un kamehameha y las circunstancias parecen
favorables para Célula. En ese momento, Vegeta le lanza una especie de onda de
energía para desconcentrarlo y así Gohan pueda ganar, pero… ¿podemos asegurar
que ha vencido gracias a él? Lo digo porque es Goku el que le da fuerzas desde
el más allá para que siguiera adelante, y nos pintan la acción de Vegeta como
el porqué de la victoria. Pero… resulta extraño que Célula siquiera se inmute
ante dicho ataque habiendo resistido perfectamente una ráfaga de ondas de
energía lanzadas por Vegeta anteriormente. También tenemos el momento en que
Goku está reuniendo energía de toda la gente de la Tierra para derrotar a Bu, y
Vegeta tiene que distraerlo mientras tanto. Y en vez de esquivarlo o
simplemente tratar de detener sus golpes, los encaja sin protegerse porque,
claro, “es un enemigo demasiado poderoso”, y lo que me jode es que es el mismo
tropo repetido de los anteriores dos arcos. Además, resulta irónico que Satán,
una persona débil en comparación a los demás personajes secundarios, acabe
siendo más útil en el arco de Bu. Ahí lo hicieron bien, joder. Tenemos un
personaje que es un maldito inútil, pero acaba ayudando no combatiendo, sino
convenciendo a la población humana que levanten sus manos para darle energía a
Goku. No será un personaje relevante en los combates, pero desde luego hace
avanzar el argumento, convirtiéndose, así, en alguien importante. Podría
haberse hecho lo mismo con los demás, aprovechar sus habilidades de apoyo en
vez de su poder para aportar algo al transcurso de la batalla. Krilin y Ten
Shin Han tienen la Bengala Solar, Piccolo dispone de una inteligencia
abrumadora y Yamcha… bueno, él sí que es inútil del todo. Pero no, “Dragon Ball
Z” no cree en la pluralidad. Al final, solo acaban destacando unos pocos
mientras que todos esos personajes que eran tan importantes en los primeros
arcos acaban en la sombra y actúan solamente como los amigos del protagonista. Sé
que no soy nadie para decidir qué poder debe tener o dejar de tener cada
personaje, pero después de ver shonens como “Fullmetal Alchemist: Brotherhood”,
“Shinkegi no Kyojin” e incluso “Naruto”, esperaba algo más. Aunque supongo que
estoy siendo injusto al comparar uno de los primeros shonen de la historia con
obras más modernas que intentan mejorar la fórmula. Sin embargo, también están
las peleas. Bien es cierto que yo no he visto el anime de principio a fin, pero
he leído el manga enterito y puedo decir que allí las peleas son entretenidas. Puedes
observar las habilidades de los personajes que combaten y duran lo justo para
que salgas satisfecho al llegar a su conclusión. Después, ves el anime y toda
esa magia… se pierde. Obviamente los momentos claves de dichos combates que
aparecen en el manga se mantienen, pero se alargan demasiado. No es solo que
muestren ostias que no aparecen en el manga, sino que hay personajes que se
están tanto tiempo acumulando ki para usar sus habilidades que, al final, uno
acaba perdiendo el interés. Los combates son una parte importante de “Dragon
Ball Z”, es verdad, pero lo que se hace en el anime es cruzar la línea del
aburrimiento. Se nota que la serie tiene sus años, porque hay tantísimos anime
de acción que lo superan en tantos aspectos que ver esas batallas tan poco
inspiradas y monótonas me hacían hasta bostezar. Y luego hay esa historia tan…
tan… buena. Sí, amo la trama de ”Dragon Ball Z”. ¿Os creíais que todo iba a ser
despotricar? Nah, qué va, vamos a ver lo que hace que esta obra reluzca.
Hablemos, primero, de su universo. Si hay algo que esta serie hace de puta
madre, es crear un mundo complejo que funciona con sus propias leyes. El concepto
de construir desde cero un universo distinto geográficamente al real, es algo
muy normal en las obras de ficción, pero no hablo solo de eso. De primeras, la
serie te introduce un mundo más bien futurista con pequeños detalles como las
naves espaciales y las Cápsulas Hoi Poi, pero se siguen conservando casi todas
las tecnologías de la generación actual. Y lo que adoro es que, a medida que
avanza el argumento, se expanden las ideas de dicho mundo para convertirse en
algo más complejo. La figura de Dios existe, pero no es lo máximo a lo que un
humano puede aspirar, ya que hasta él tiene un poder limitado. Y, aun así,
sigue siendo un personaje importante en la obra, porque su existencia
condiciona la de las bolas de dragón. Cuando muere gente, van al cielo o al
infierno dependiendo de las acciones que hayan hecho, las cuales son evaluadas
por un puto juez, y me parece una jodida maravilla. Después se confirma la
existencia de vida inteligente en otros planetas y luego se crean androides y,
cuando te das cuenta, te encuentras con un mundo completamente distinto al
inicial. Son conceptos que van apareciendo a cada nuevo arco y que acaban
enriqueciendo el resultado. Y no se queda ahí la cosa, sino que también se van
entrelazando los pasados de algunos personajes con dichos conceptos. Me encanta
que “Dragon Ball Z” nos muestre un universo creativo que llama más la atención
a cada nuevo capítulo. Este descubrimiento progresivo nos acaba entregando unos
arcos muy buenos llenos de héroes y villanos con muchísimo carisma y estilos muy
diferenciados. Realmente, me resulta imposible quejarme de la trama en sí,
porque está muy bien hilada y, cuando aparece un nuevo enemigo a cuento de nada,
tiene todo el sentido del mundo porque tenemos personajes que arrastran un
pasado el cual acaba involucrando a toda la Tierra. Eso y que, como muy bien
dice la propia serie, “el mal nunca se extinguirá”. No me gustaría entrar tan
en detalle en este aspecto, porque tampoco es cuestión de tirarme aquí horas
comentando todo lo que su historia y trasfondo pueden ofrecer, pero sí que diré
que, en su totalidad, la obra funciona y fluye con una facilidad impresionante.
Ahora sé que quizás algunos os estaréis tirando de los pelos porque he entrado
más en detalle a comentar sus defectos y en lo demás he sido más general, pero
simplemente lo he hecho así para poder corroborar los aspectos en los que “Dragon
Ball Z” falla. Además, los grandes momentos de la serie ya sabéis cuáles son y
hacer mención de ello sería algo redundante, a parte que sería arruinar la
experiencia a toda aquella gente que está leyendo esto y no la haya visto.
Porque las escenas que he comentado no son más que un porcentaje ínfimo de toda
esa experiencia, una experiencia que, sin duda, califico como cautivadora.
Hace
relativamente poco tuve una pequeña charla con un conocido mío en la que
debatíamos sobre la escala de poder de “Dragon Ball Z”. Estuvimos un buen rato
dando argumentos de por qué uno tenía más razón que el otro citando ciertos
momentos de la serie y, finalmente, llegamos a la misma conclusión. La
subjetividad es algo que no se puede evitar a la hora de analizar una obra. “Dragon
Ball Z” está lejos de ser perfecto, pero es un referente de muchísimos otros mangas
y animes. Es la base sobre la que se cimentan los pilares de otras grandes
obras que, lo habrán hecho mejor o peor, pero quizás si no hubiera venido antes
“Dragon Ball Z”, no hubieran existido jamás. Porque ser el primero en hacer
algo no te hace automáticamente mejor, pero sí que te convierte en alguien
digno de ser respetado. La serie tiene fallos, y claro que los tiene porque así
es como debe ser. Pero, por supuesto, no será así con todo el mundo. Otros la
verán como una obra maestra, porque a veces la experiencia acaba valiendo más
que la suma de sus partes. No es tan importante la imagen pública de la propia
serie como lo que sentiste tu al verla. Quizás te ayudó a superar un mal
momento, quizás te ayudó a decidirte y a replantearte qué es lo que quieres
hacer con tu vida o, quizás, simplemente querías divertirte y pasar un buen
rato. Puesto que, al acabar el día, “Dragon Ball Z” solo es una serie más. Y es
especial porque marcó una época en la historia de la animación japonesa y, oye,
bienvenida sea. Y probablemente no colocaría esta obra en un Top de series
favoritas porque, al menos para mí, le faltó alguna cosa que me hiciera
emocionar de verdad. Pero… ¿sabéis qué? Voy a recomendarla abiertamente porque
os puedo asegurar que no os defraudará. Porque lo verdaderamente mágico de toda
la obra es el hecho de dejarse llevar y empapar con esta odisea tan maravillosa
que logró acercar la cultura nipona al mundo entero.