Si lleváis
un tiempo siguiendo mi blog, sabréis que últimamente solo comentaba cosas
acerca de animes y tal. No os alarméis, que suba un análisis de una serie
española no quiere decir que ahora de golpe y porrazo vaya a dejar de comentar
anime. Solo pensé que, hechas ya unas cuantas reviews de series de animación y
tal, sería una buena idea analizar por un momento nuestra propia
cinematografía. Los orientales tienen puntos de vista y visiones del mundo muy
distintas a las nuestras. Sus costumbres, comida, forma de hablar y en la
creación de sus historias, por ejemplo. Hay un choque cultural entre ambas
facciones, lo cual genera resultados bastante diferenciados. Así que vamos a
hablar de esta conocida y peculiar serie, una que, sin duda, está arrasando
aquí en España.
“La que se
avecina” es una obra difícil de analizar. No tiene estructura y sus capítulos
parecen más el observar el día a día de unas personas conviviendo en un mismo
edificio. No hay trama, y cada episodio presenta diferentes situaciones en las
que sus personajes se ven involucrados en cosas que, a ojos objetivos, son una
auténtica locura. Para que entendáis todo esto, supongo que sabréis que “La que
se avecina” nació como un spin off de otra gran serie española, que es “Aquí no
hay quien viva”. Algunos actores se repiten y conservan su misma personalidad
que su anterior trabajo en vez de renovar e intentar crear personajes frescos
que aporten algo diferente a la historia. Aunque supongo que es la gracia de la
serie: el hacer que estas personas con esa mentalidad tan bizarra vivan
aventuras todos juntos para entretener al prójimo. Supongo que a nadie le haría
gracia ver a un personaje normal o soso porque entonces no pintaría nada en esa
casa de locos y se convertiría en un personaje de relleno. Porque sí, aquí de
verdad estoy sintiendo que se la da más o menos el mismo peso a todos los
personajes de la serie. Cada capítulo se divide en 3 historias, en las cuales
intervienen unos personajes u otros. Todas ellas cuentan una historia distinta
dentro del mismo arco de tiempo, pero, mientras que algunas personas viven esas
tragedias, otras quizás ni se percatan de ello. Son historias paralelas que
suceden a la vez, y la magia ahí está en el manejo de éstas de forma que cada
una tenga su propia conclusión y sean todas igual de importantes. Ahora, si
habéis estado atentos a la lectura, habréis podido comprobar que antes he
mencionado la palabra “tragedia”, porque sí, así se podría definir la serie. A
diferencia de las sitcoms habituales como “Modern Family”, “How I met your
mother” o “Dos hombres y medio” donde los personajes hacen sus cosas y llevan
sus vidas normalmente desde un punto de vista humorístico, aquí el director disfruta
puteando a sus personajes. Todos ellos tienen problemas, y siempre buscarán la
forma más rastrera y/o enrevesada para solucionarlos si eso implica ocultar la
oscura verdad detrás de esa historia. Todos esos relatos penden de un hilo tan
fino, que el más mínimo error puede acabar destrozando a esos personajes. Dicho
así, parece todo un tanto dramático, ¿verdad? Pues sí, pero la serie no tira
por ahí. Siempre busca mostrarnos dichos problemas como si fueran algo de lo
que reírse, una razón para evadirte del mundo real. Todos tenemos problemas en
nuestra vida cotidiana, eso está claro, y “La que se avecina” se encarga de
enseñarnos a personas realmente jodidas intentando afrontar todos aquellos
baches y desafíos que les plantea la vida. Pero… ¿Y por qué tantas putadas?
¿Por qué tanta mofa de ello? Porque, de esta manera, la serie puede compaginar
el drama y la comedia de manera que solo reluzca la parte trágica en la resolución
del capítulo. Todo lo demás solo pretende hacernos disfrutar con las miserias
de los personajes para que olvidemos nosotros las nuestras. Pero tenéis razón:
hay capítulos que no acaban de forma desastrosa para todos porque se produce un
brutal giro en los acontecimientos, pero lo importante de toda la obra en
general es que siempre siguen hacia delante. Da igual las penurias por las que
tengan que pasar, da igual la situación en la que se encuentren, da igual si se
encuentran solos en su odisea o no, porque la belleza de “La que se avecina”
reside en el sentimiento de querer seguir viviendo y esperar que algún día,
después de pasar por tanta mierda, tu vida vaya a mejor. ¿Cuál es el problema?
Que su vida nunca va a mejor. Entiendo que la obra quiera plasmar que los
humanos podemos llegar a ser seres realmente estúpidos capaces de tropezar más
de dos veces con la misma piedra, pero no consigo ver a ningún personaje
triunfando o haciendo lo que quiere con su vida. Está claro que todos cometemos
errores, pero esta gente no para de cometerlos y, bajo el sótano de su fracaso,
siempre pueden caer más bajo. En la primera temporada, igualmente, todo parecen
más pequeñas anécdotas que problemas de real gravedad. Ahí se puede apreciar
perfectamente el estilo de vida de cada uno, las parejas que hay, la
personalidad de cada uno… pero, por lo general, la verdadera forma de ser de
todos ellos está reprimida en su interior y aún no se les va demasiado la olla
porque se acaban de conocer. Después ya la cosa se desmadra y, al final, a
todos les acaba sucediendo algo que cambia sus vidas para mal. Y en esta última
temporada ha habido un cambio, lo sé, y ahora la mayoría de los personajes no
tienen problemas realmente serios, pero, debido a esto, la historia se acaba acercando
más a ser una sitcom normal y corriente que otra cosa. De hecho, hasta hay
ocasiones en las que parece que la serie dependa del marujeo para subsistir, el
mostrar cómo este tío se liga a esa tía, pero luego resulta que la tía estaba
casada con otro hombre. Pero no os equivoquéis, no digo que todo esto esté mal.
Es solo que a veces se presentan unos conceptos tan interesantes y curiosos que
el meter luego escenas de cotilleo baratas solo por el salseo acaban perdiendo
fuelle. Aunque hay algo que me molesta mucho más que eso, hay algo que
directamente encuentro ilógico. “La que se avecina” no tiene desarrollo de
personajes. Es decir, sí, se puede apreciar un sutil cambio del capítulo 1 al
capítulo 100, pero, como he dicho antes, esto es fruto de la falta de confianza
y conocimiento. A lo que me refiero es que todos los personajes tienen una
personalidad fija. Son casi como personajes estereotipos, planos, carentes de
desarrollo. Son graciosos, sí, y también es agradable observar la alocada
combinación que forman, pero su personalidad se estanca allí. La gracia debería
ser cómo el entendimiento de sus fallos les acaba cambiando la forma de pensar
y de hacer las cosas. Dicen que de los errores se aprende, y no noto esta clase
de filosofía en “La que se avecina”. No hay mensaje alguno y, lo poco que se
puede extraer, es un mensaje de perseverancia y de que siempre habrá alguien
más jodido que tú. Me gustaría contar como claro ejemplo, con spoilers, la boda
de Antonio y Berta en el último capítulo de la temporada 8. Allí, se casan por
todo lo alto con una boda medieval e invitan a todo el edificio para
celebrarlo. Sin embargo, las cosas se tuercen cuando Berta tiene dudas sobre su
matrimonio y decide huir. A lo que la gente le empieza a echar en cara lo
gilipollas que ha sido con su mujer y con todos los demás, como su actitud
arrogante y tal desagrada a todo el mundo. Él, entendiendo la situación, decide
ir a buscar a Berta y, después de una confesión preciosa, se casan. Todo muy
bonito hasta que llega la siguiente temporada y… parece como si no hubiera
ocurrido nada. Sigue tratando mal a todo el mundo y sigue sin hacerle mucho
caso a su mujer. Y, en realidad, eso está bien porque es muy complicado que una
persona haga un cambio radical de un día para otro solo por unas pequeñas
críticas. Pero entonces… ¿Cuál era el punto de esa confesión? ¿Por qué decir
todas aquellas palabras si luego no va a cumplirlas? Lo mismo pasa con Amador,
lo mismo pasa con Enrique, lo mismo pasa con todos. Que todos tengan su propia
personalidad y principios es una cosa, pero otra muy diferente es el no querer
cambiar un aspecto de tu ser para corregir todos aquellos errores que has
cometido en el camino. Y la serie sigue, y la historia se alarga… Yo ya he
perdido las esperanzas de ver algo nuevo y entre todos esos gags a otras obras
reconocidas y todo ese relleno de marujeo y situaciones que acaban ocurriendo
para alargar la serie, encuentro que se me ha vuelto todo un tanto… aburrido.
Nada es
perfecto. Toda buena obra que se aprecie siempre tendrá fallos por mucho que
los demás no quieran verlos. Seguro que la gente que ha pensado en estas
pequeñas cosas de “La que se avecina” igual que yo, se puede contar con los
dedos de las manos. Todo el mundo disfruta esta serie y viendo las aventuras de
sus personajes y riendo y pasando un buen rato, y supongo que a nadie le
importará lo demás. Las conversaciones se disfrutan por ese toque de estupidez,
ese carácter tan español que nos caracteriza, ese humor más oscuro que nos
separa de todo lo demás. Puedes empatizar con los personajes, puedes tomarte la
historia a cachondeo, puedes interpretarlo todo como tú quieras y eso es algo
que también debe apreciarse. Los capítulos son variados y presentan multitud de
hechos más que fascinantes. El problema es que se deja toda la parte emocional
y motivacional en el camino. Puede que el director creyera que, en una serie
como esta, resultaría contraproducente hacer algo así. Así que yo os pregunto,
espectadores, ¿qué podemos aprender de “La que se avecina”? Que cada uno saque
sus conclusiones, que otros simplemente ignoren mi pregunta, pero mi respuesta
es y siempre será “nada positivo”, porque esta obra ni se molesta en
presentarnos algún momento en el que podamos contemplar en silencio que la vida
a veces puede merecer la pena.